El cumplimiento normativo es la base sólida de una empresa. Si deseamos que nuestra organización sea notable sobre las demás, debemos unificarla. Podemos lograrlo con reglas para fomentar una base ética. Esto dará lugar a una filosofía empresarial con buena impresión para nuestros clientes.
Importancia de la filosofía empresarial
Una empresa que cuenta con una filosofía empresarial es firme. La serie de principios que la componen le permiten a cualquier compañía tomar buenas decisiones. Significa saber elegir cómo operar en las diferentes áreas de una organización.
Este tipo de filosofía es importante, porque descifra y enumera los propósitos de una empresa para alcanzar sus objetivos finales. También facilita la descripción de los valores particulares que los empleados necesitan poner en práctica, con el fin de que pueda generarse un orden que unifique la marca corporativa.
En este sentido, se genera una hoja de ruta para empleados y ejecutivos. De ese modo, todos comprenden cuál es la dirección que debe tomar la empresa para mostrar a los clientes. Las diversas pautas conforman un mapa coherente para la atención de los clientes, que también implica la producción y distribución del producto.
Pasos para crear una filosofía empresarial
Con el fin de optimizar el ambiente laboral y la rentabilidad de una organización, los miembros deben trabajar en equipo de una manera efectiva. El cliente lo percibirá y se logrará su fidelización. Para que eso sea posible, hay que actuar de acuerdo a los siguientes pasos.
1. Identificar los factores fuertes de la empresa
Realizaremos un análisis de los factores que son positivos en todas las áreas. La atención al cliente es una de ellas, la relación interpersonal entre los empleados es otra, y los canales de comunicación entre ellos y con los ejecutivos, también son importantes.
Estos y otros factores deben observarse para determinar las debilidades y las fortalezas que perjudican o desarrollan la empresa. Revisar el código de ética es un buen comienzo. Sobre ese documento, se formaliza la conducta corporativa que beneficie tanto a la organización como a sus miembros.
En caso de que nuestra empresa no tenga pautas éticas establecidas, debemos redactar en un documento formal las normas. Ellas estarán enfocadas en los valores individuales y empresariales, no solo para mejorar las finanzas, también para consolidar la marca de nuestra empresa frente a otras y frente a los potenciales clientes.
2. Revisar antecedentes
Reconozcamos otras empresas líderes en el mercado donde la nuestra se maneje. Revisemos las normas de su filosofía empresarial, sin llegar a copiarlas (porque ninguna empresa es igual a otra). Las observaciones que hagamos en otras empresas nos ayudarán a pensar en el modo de orientar la nuestra.
Una forma de materializar esas observaciones es crear una narración propia. Una historia donde se condensen los pilares básicos de la empresa y pueda considerarse la base de su filosofía empresarial.
3. Priorizar la sencillez
La sencillez encierra cierta complejidad. Nunca es simple. Se trata de que establezcamos normas que puedan cumplirse sin ir en detrimento de la flexibilidad y lo humanamente posible. Aunque podamos establecer una serie de reglas detalladas en un código ético, construyamos un máximo de tres frases claras.
Con ellas, encerramos el concepto general de la empresa y manifestamos de manera precisa los valores que persigue. Podemos usar esas frases como publicidad que le dé presencia a nuestro negocio. Una especie de eslóganes que sean memorables y apunten a la sensibilidad de los clientes.
Recordemos darle consistencia a nuestra filosofía empresarial. Que nuestro equipo de trabajo se sienta identificado con ella y que esta logre proyectar confianza para fortalecer la seguridad en el ambiente laboral y con los clientes.