La vertiginosa dinámica empresarial actual demanda de las empresas prácticas eficientes e innovadoras que les permitan desarrollarse sanamente al punto de considerarse exitosas, siendo el nicho de clima laboral un elemento esencial donde deben generarse estrategias disruptivas que puedan aportar una ventaja competitiva sobresaliente.
Todas las áreas funcionales de la organización presentan una gama de posibilidades de generación y aplicación de dichas doctrinas, pero pasar por alto o restar valor al activo más importante de la empresa, el factor humano, sería un desatino difícil de compensar.
La importancia estratégica del factor humano empresarial
Existen diferentes posturas acerca de cuál puede ser el activo más valioso en las organizaciones, siendo frecuente el escuchar que lo es la información; ya que esta es poder, por ejemplo, la información de los clientes, del estado financiero, fiscal, de mercado. Pero finalmente son las personas, el factor humano, las que extraen, sintetizan y convierten este elemento en un instrumento útil para la toma de decisiones.
En consecuencia, lograr un ambiente propicio para que la fuerza laboral en todos sus niveles se sienta a gusto, es un reto organizacional que dará como resultado una productividad óptima constantemente y, más allá, facilitará la mejora continua indispensable en las empresas exitosas hoy en día.
Así mismo, es en este entorno donde el verdadero liderazgo puede surgir y desarrollarse, generando una cadena de valor que impulse y vigorice a la organización, al implementar naturalmente un semillero de talentos.
Otro aspecto a favor además de fortalecer a la productividad per se, es que se genera un sentido de pertenencia, reduciendo así la posibilidad de abandono, limitando el costo excesivo que genera la rotación constante de personal, además de los costes relacionados con accidentes laborales.
Es por esto que lograr las mejores condiciones laborales es un beneficio que no solo circunscribe a las personas, sino también a las empresas mismas, por lo que los profesionales encargados de lograrlo requieren un alto grado de especialización técnica, pero también humanística, tareas con un alto nivel de complejidad y responsabilidad que no dan pie a la improvisación.
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En sentido inverso, restar importancia al también llamado ambiente organizacional puede generar disgusto en uno o varios miembros de los equipos de trabajo, situaciones que a la larga van menguando a los mismos hasta desestabilizarlos inevitablemente.
Esto alimenta la posibilidad de buscar estrategias equivocadas o toma de decisiones extremas que no harán sino empeorar la situación en una espiral negativa que limitará el desarrollo de la empresa.
Es así que se debe dimensionar la importancia del tema en su justa medida, para que con gran visión empresarial se delegue la responsabilidad de generar estos ambientes a una persona o equipo profesional capaz de responder a la tarea y complicaciones que pueden derivar en el proceso, tanto como se haría en el área financiera, fiscal o comercial.
Cada vez más las empresas de renombre invierten grandes cantidades de recursos para perfeccionar sus ambientes laborales y convertirse en “el mejor lugar para trabajar”, ya que esto representa atraer al mejor talento disponible en el mercado, con los resultados que esto representa, liderazgo y mejora continua en sus sectores.
Como hemos visto, esta tarea no da pie a la improvisación, sino que demanda de sus ejecutores un perfil muy completo que combina conocimientos y una visión humanística sobresaliente, encaminado a alinear los objetivos y necesidades de trabajadores y empresas en un sistema ganar/ganar.
Así pues, el clima laboral es un elemento estratégico que requiere de personal profesional para poder optimizarlo y, más aún, mantener un programa de mejora que permita a las empresas enfrentar mercados cada vez más competidos, voraces y que demandan mayor capacidad de adaptación a sus cambios acelerados.