Con la salida al mercado del libro “El juego infinito, ¿sabes a qué estás jugando?” de Simon Sinek, experto en liderazgo y comunicación interna, reflexiona sobre la importancia para las organizaciones de “perdurar” en vez ganar.
Dejar a un lado a los rivales para superarse a sí mismo
Para el autor, la esencia de El juego infinito radica en cómo las organizaciones afrontan el día a día en entornos como la política, los negocios o hasta la misma comunicación organizacional, como si fuesen unos “juegos finitos”, donde existen reglas establecidas y siempre hay ganadores y perdedores.
De acuerdo a Sinek, esta mentalidad finita impide que los líderes miren más allá de lo que ven, sin visualizar el futuro para sobrevivir en el mundo actual.
Este instinto de supervivencia no está relacionado con derrotar a nuestros rivales, sino con aprender de ellos para descubrir lo que somos y superarnos a nosotros mismos.
La confianza, un valor que no se puede perder
Otro aspecto importante dentro del discurso de Sinek es la confianza, un valor que según el autor debe cuidarse como uno de los activos más valiosos de la organización.
Para él, la confianza debe prevalecer por encima de la preparación o los méritos profesionales al momento de valorar el desempeño del personal.
Un empleado puede tener un alto rendimiento, pero ser poco fiable para la empresa, convirtiéndose en un elemento tóxico para el clima organizacional.
Sin embargo, existen personas con menos formación académica y experiencia laboral que, debido a sus altos niveles de fiabilidad, ayudan a crecer a las organizaciones de manera más sólida.
Pero esto también atañe a los directores de las empresas, ya que si pierdes la confianza en tu gente, tardarás mucho tiempo para recuperarla.
El trabajo como una causa justa
La causa justa no es más que la visión que guía el comportamiento de un líder, presenta una imagen positiva, idealista y aspiracional de lo que los individuos están dispuestos a hacer para lograrla.
Es el motivo por el cual las personas se levantan todos los días para ir a trabajar y que en nada tiene que ver con ganar más dinero o ser el “mejor” en todo.
En su texto, Sinek expone claramente que la causa justa debe estar alineada a las actividades cotidianas de la empresa y que toda decisión de un líder debe emanarse bajo sus principios.
Por último, alega que para que la causa justa sea una realidad dentro de la organización, necesita de un equipo de confianza que la materialice y alimente día a día.
Un liderazgo valiente
Mantener la causa justa alineada puede ser un trabajo titánico y muchas veces solitario para un líder, sino enfrenta con valentía los retos y las adversidades que implica este cambio de paradigma.
En realidad, solo la valentía del líder-promotor de la causa justa logrará demostrar que, aunque ciertas decisiones pudieran ser un poco impopulares, al final del camino la constancia se premia con dividendos más importantes que el propio dinero.
La gallardía de un líder se demuestra, no porque siempre tiene todas las respuestas a los problemas que se le presentan, sino porque sabe que su causa justa siempre lo guía al momento de tomar una decisión.
Lo más maravilloso es que, así como los virus, la valentía también se contagia y cuando el liderazgo de una organización la demuestra, el resto del personal lo siguen.
Demostrar valentía para liderar es propio de un jugador que piensa en infinito, que establece una causa justa, crea un equipo confiable gracias a ella y ve a sus rivales como aliados para que la organización esté dentro del juego por mucho tiempo.