La ética profesional es, ante todo, un valor y se refiere al conjunto de normas que rigen el comportamiento de las personas en el entorno laboral. Los códigos de ética marcan la pauta de la conducta que los trabajadores de todo nivel dentro de la organización deben seguir, y su cumplimiento es imprescindible para alcanzar los objetivos de la empresa, pero también los personales dentro de esta.
La importancia del liderazgo ético
A la ética, como a todo valor, no le basta con describirse en un libro de texto o en un manual de instrucciones, se debe predicar con el ejemplo. De nada sirve a la organización un código ético y moral que pueda usarse de modelo para la industria si, las cabezas que la dirigen, no se apegan al comportamiento descrito en él.
Los líderes éticos son indispensables para el cumplimiento de las premisas morales de la organización, sin estos, el grupo de trabajo recibirá señales contradictorias, produciendo caos en el comportamiento individual de los trabajadores y, en consecuencia, de la organización en su conjunto.
Recordemos que lo que sucede en las empresas repercute más allá de su propio espacio. La sociedad toda sufre o se beneficia de la actuación de las compañías y negocios sin importar su tamaño, campo de acción o ubicación geográfica. Esta afectación es, precisamente, el campo de acción principal de la ética en las empresas y, es por este motivo que, el papel de los líderes encargados de dirigir sus destinos cobra una tremenda importancia.
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Es indispensable que, para lograr implantar los valores éticos y morales que regirán el comportamiento de los trabajadores, los valores propios del líder se encuentren alineados con los de la empresa. Las compañías deben prestar especial atención a la selección de quienes ocuparán posiciones de liderazgo, pues si los valores no son compartidos, tal vez se alcancen los objetivos económicos establecidos, pero el costo social puede ser enorme. En este sentido, la compatibilidad de valores es tan importante como el conocimiento o la experiencia que los candidatos a ciertas posiciones tengan.
El comportamiento ético como palanca de desarrollo
Así como las decisiones de las empresas repercuten más allá de sus muros, de igual manera las decisiones personales trascienden de la persona misma. Cuando hablamos de trabajadores, sus decisiones afectan directamente a sus equipos de colaboradores cercanos, pero también a la agrupación en su conjunto.
Las malas prácticas siempre terminarán por desviar y retrasar a las empresas del logro de sus objetivos, muy en especial, cuando como resultado de sus acciones, han perdido la confianza de la sociedad. Con las personas sucede exactamente lo mismo, una vez que han perdido la confianza de sus colegas es muy difícil que se logre recuperar, lo cual, impedirá o, cuando menos, retrasará su desarrollo profesional por el que tanto han luchado.
Por el contrario, las decisiones basadas en la ética, posiblemente impliquen mayores costos económicos para las empresas y las personas, pero a cambio, siempre obtendrán el reconocimiento social, lo cual, tiene mucho más valor que el aspecto económico, pues genera un vínculo fuerte y duradero entre las empresas y la sociedad. Las empresas reconocidas por su comportamiento ético y responsable, gozan de la aceptación del público y abren las puertas a sus productos generando un círculo virtuoso que, con seguridad, generarán beneficios a largo plazo.
Alcanzar este punto es precisamente la responsabilidad de los líderes empresariales, quienes, a través de sus acciones, conducen los esfuerzos de las compañías para vigilar que no afecten negativamente a las personas, al medio ambiente o, a otros participantes de la industria deslealmente.